
Proyecto en residencia dentro de las jornadas PEC2 en Teatro Pradillo (Madrid) y en IN_prescindibles #41 en La Poderosa (Barcelona). Seleccionado para las residencia de Danza y Nuevos Formatos Nau L’Estruch en Sabadell. Presentado en La Casa Encendida en el festival Unalmés.
Entre vosotrxs y yo está la intensidad, me gustaría enseñárosla, que pudierais verla recorriendo ese camino, como en la última escena de Carrie: una manguera desbocada que os golpea, focos cambiando de azul a rojo… Aunque sólo fuera un pequeño círculo de fuego en torno a mí, mientras os miro con los ojos bien abiertos, sin moverme.
Que al salir dijerais: “Esta pieza ha sido intensa.” Intensa como la misma performance, como Marina Abramovic o Angélica Liddell o Kashpirovsky.
Me gustaría que este mismo texto ya fuera intenso en sí mismo, que si lo mirarais fijamente pudierais ver saliendo de él un tiranosaurio o un hokusai.
¿Y cómo podemos hacer que todo esto pueda ocurrir? ¿De quién depende? ¿Cómo puede generarse este espacio de transubjetividad?
CONTEXTO
En los últimos cien años la atmósfera se ha establecido como un objeto de estudio importante en distintos campos. La atmósfera es una sensación invisible, en ocasiones real y, en otras, producto de una pensamiento mágico cooperativo. En ocasiones la atmósfera es autónoma y, en otras, emana de algo o alguien.
Sloterdijk habla en Temblores de Aire de la incorporación de la atmósfera en el campo bélico el 22 de Abril de 1915, cuando los alemanes derraman sobre los franceses botellas de gas mostaza. La guerra deja en este momento de producirse a través de balas, frentes o bombas, para propagarse a través del aire, para combatir en cooperación con las funciones vitales de los enemigos desde dentro del cuerpo.
Más adelante, el 26 de Abril de 1986, unos meses antes de mi nacimiento, ocurre el accidente nuclear de Chernóbil. La radiación emitida por las fugas de la central transforma completamente toda forma de vida en un radio de 30 km, aunque su propagación se registra incluso en EE.UU. o Japón gracias al transporte a través de las lluvias.
Este accidente supone el cuestionamiento de la Unión Soviética y el curioso auge de las prácticas ocultistas en los países comunistas. Magnetistas como Kashpirovsky se enriquecen en una sociedad que sabe por experiencia propia que las personas radian. Si algunas de ellas radian mal, ¿pueden existir las que radian bien?
Svetlana Alexievich recoge en Voces de Chernobyl como algunos científicos ponían botellas de agua frente al televisor durante una de las emisiones de magnetismo de Kashpirovsky para curarlas de la radiación.
¿Cómo sería ese (ir)radiar desde lo performativo? ¿Es aquello que llamamos lo aurático, la intensidad o el carisma?
English below
Fotografía: Bego Solís
Project in residence within the PEC2 performance program in Teatro Pradillo (Madrid) and IN_prescindibles #41 in La Poderosa (Barcelona). Selected for Nau L’Estruch residencies of Dance and New Formats in Sabadell.
Between you and me there is intensity, I’d like to show it to you, so that you can see it going that way, like in Carrie’s last scene: a hose that hits you, lights changing from blue to red… Even if it was only a small circle of fire around me, while I look at you with my eyes wide open, without moving.
That when you came out you would say: «This work was intense.» Intense as the performance itself, like Marina Abramovic or Angelica Liddell or Kashpirovsky.
I wish this same text would be already intense in itself, that looking at it you could see a Tyrannosaurus or a Hokusai coming out of it.
And how can we make all this happen? On whom does it depend? How can this space of trans-subjectivity be generated?
CONTEXT
In the last hundred years the atmosphere has been an important subject of study in various fields. The atmosphere is an invisible sensation, sometimes real and sometimes the product of magical cooperative thinking. Sometimes the atmosphere is autonomous and sometimes it emanates from something or someone.
Sloterdijk speaks in Tremors of Air of the incorporation of the atmosphere in the war field on April 22, 1915, when the Germans spilled bottles of mustard gas on the French front. The war ceases at this time to be fought by bullets, fronts or bombs, to spread through the air, to fight in cooperation with the vital functions of the enemy from inside the body.
Later, on April 26, 1986, a few months before my birth, the Chernobyl nuclear accident occurred. The radiation emitted by the plant’s leaks completely transformed every form of life within a radius of 30 km, although its spread was recorded even in the USA or Japan thanks to transport through the rains.
This accident brings into question the Soviet Union and the curious rise of occult practices in communist countries. Magnetists like Kashpirovsky are enriched in a society that knows from its own experience that people radiate. If some of them radiate harmfully, could be those who radiate in a good way?
Svetlana Alexievich records in Voices of Chernobyl how some scientists put bottles of water in front of the television during one of Kashpirovsky’s magnetism broadcasts to cure them of radiation.
What would that (ir)radiation from the performative be like? Is it what we call the aural, the intensity or the charisma?

